Creen que nos quieren pero en realidad sólo nos necesitan.
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Ya son años y Madrid aun me guarda secretos.
Faltaba la mañana laborable. Mirar de frente a los ojos cansados en el tren, impacientarme en las esperas, despreciar su desgana y unirme a su automatismo.
Faltaba la noche de invierno. Cegarme con las luces reflejadas por una Gran Vía, que como yo, va sin paraguas y se empapa en un semáforo.
Faltaba la vuelta a casa. Otra vez esa mirada. Más cansada y más mojada.